Después de que Pablo estableció inicialmente iglesias en Galacia, recibió noticias desalentadoras. Judíos de Jerusalén habían llegado a esas iglesias gentiles y estaban enseñándoles a cumplir la ley judía como medio de salvación. Pablo estaba tan preocupado por esta información que escribió a los gálatas para hacerles ver su insensatez de volver a las “obras muertas” después de haber recibido el glorioso evangelio de gracia. La Epístola a los Gálatas bien podría llamarse un claro manifiesto de gracia, una fuerte declaración de fe, y solamente de fe para obtener la salvación; fe no basada en ningún esfuerzo u observancia sino únicamente en la gracia de Dios.